Es posible comunicarse con todos los animales (salvajes y «domésticos») a un nivel profundo, beneficiando nuestro bienestar y el de ellos, porque la verdadera comunicación va más allá de las palabras.
La palabra telepatía viene del griego (tele ‘lejano’ y pathos ‘sentimiento’), por lo que podríamos decir que es la comunicación de sentimientos.
Es el medio de comunicación más antiguo que existe, utilizado por el reino animal, por algunos pueblos indígenas y por los niños.
La comunicación telepática es una comunicación consciente. Todos tenemos esta capacidad de forma innata, pero hemos olvidado cómo hacerlo porque no la practicamos.
Es como con las lenguas extranjeras: podemos aprenderlas de niños y, por alguna razón, dejar de usarlas: la consecuencia es que la información queda grabada en el inconsciente, pero a nivel consciente no la recordamos hasta que empezamos a practicar y, de repente, todo fluye con facilidad.
La curiosidad del ser humano por la comunicación con los animales viene de muy lejos. El rastro más antiguo de que una persona pueda hablar con ellos se sitúa en torno al primer milenio antes de Cristo, con la leyenda del rey Salomón, un monarca judío, que lo consiguió gracias a su anillo mágico. Esta historia ha llegado hasta nosotros por escrito a través de los anales traducidos por los orientalistas europeos del siglo XIX, como el alemán De Goeje. Incluso Konrad Lorenz, en su libro El anillo del rey Salomón, dice: «Se cuenta que el rey Salomón podía hablar con animales, pájaros, peces y lombrices».
También recordamos a San Francisco de Asís, considerado el patrón de los animales por su capacidad de conectar con ellos. En los relatos de los «Fioretti de San Francisco» encontramos algunos capítulos en los que reconoce su capacidad para comunicarse con los animales salvajes.
Como seres humanos solemos ver el cuerpo físico del animal, pero nos olvidamos de sus emociones o sentimientos. La propia etimología de la palabra «animal» viene de «alma», «que da vida, animada». El significado de la palabra latina «animal» es afín al griego anemos (viento, aliento) y al sánscrito ātman con el mismo significado. Además, «animus» se traduce como «ser dotado de aliento o soplo vital», también llamado alma. Por tanto, el animal es el ser dotado de alma.
La telepatía es una parte importante del reino animal, básica para el instinto de supervivencia. Intuyen lo que va a pasar incluso antes de que ocurra.
Sin embargo, los animales definidos como domésticos viven en un mundo que no es su entorno y mucho de lo que ocurre escapa a su comprensión. A través de la comunicación telepática aprendemos a captar las emociones que experimentan y a intuir cómo se sienten identificando la causa de su comportamiento.
Pero si la comunicación telepática es algo que tenemos en nosotros de forma innata, ¿por qué hemos perdido esta capacidad?
La causa hay que buscarla en el momento en que el ser humano comenzó a alejarse de la naturaleza y a perder esa simbiosis necesaria para comprenderla, respetarla y sobrevivir.
En la antigüedad, las tribus pasaban por el proceso de iniciación, dejando al niño solo sin la ayuda de la comunidad. Esta supervivencia requería el uso de todos los sentidos, incluida la telepatía para poder comunicarse en un entorno que podía ser hostil. Hoy, sin embargo, estamos más conectados a las redes sociales, escuchamos menos y la mente domina sobre el corazón.
Además, desde el siglo XVI hemos creado un patrón de antropocentrismo, poniendo al ser humano en el centro y empezando a utilizar todo como si fuera un objeto. Los animales, las plantas y la propia tierra se han convertido en seres inanimados a disposición del ser humano. «Al ‘cosificar’ esto, hemos perdido automáticamente la comunicación intuitiva. Es difícil hacer daño si sentimos empatía y consideramos al otro ser nuestro igual; al alejarnos de esta sensibilidad abrimos el camino a la dominación, aplastando la voluntad de los demás.
En nuestro planeta Tierra hay tres reinos: mineral, vegetal y animal. El reino animal incluye al ser humano, pero nos cuesta reconocer que pertenecemos a él. Sólo nuestro ego nos hace creer que existe un reino humano superior. La base para reconectar con la comunicación intuitiva con otro ser es la igualdad, es sentir que el otro ser vivo es como tú.
Nadie es superior a nadie, todos formamos parte del mismo mundo y todos necesitamos a los demás para sobrevivir. Los animales, las plantas, los seres humanos, todos somos UNO. Incluso químicamente estamos hechos de la misma materia, átomos, química y chispa divina. Sólo en una simbiosis total podemos sentar las bases de un camino hacia un ecosistema equilibrado.